28.2.17

Adicción

El perfume alocado del deseo se confundía con el olor a tabaco que surgía de su piel desnuda, su boca exhalaba una neblina constante, trepando la carne de mis labios para descansar un instante en el ínfimo espacio que separaba el roce de nuestras lenguas. Aspiraba lentamente la nicotina alojada en sus pulmones mientras notaba el sabor de su saliva en mi paladar. Con la última calada maquillaba mi rostro antes de fundirnos de nuevo en el goce de la carne. Se empapaba mi piel resbalando gozosa sobre el sudor que emanaba del ardor de su cuerpo. Rendidos y satisfechos, compartíamos de nuevo cigarros, besos y caricias hasta quedar colmados de placeres. Abrazados, nos entregábamos al sueño reponedor, envueltos por la fragancia embriagadora del sexo y la nicotina...

... Medio sumida en un sueño repetitivo escribo estas líneas, parte de mi terapia para combatir la adicción. No puedo evitar que mi olfato se inunde de un perfume especialmente conocido.


"¿Qué me dices, compartimos un cigarrillo?"


Esther

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