2.12.18

El ancla

Deja que la muchedumbre haga ruido, 
deja que las alarmas suenen. 
Ya no importa, porque tú eliminas todo el ruido.

Deja que los días sean oscuros, 
déjame llorar bajo mis sábanas. 
Ya no importa, porque tú iluminas la oscuridad.

Eres la luz que me ciega, el ancla que he atado a mi cerebro y corazón.
Porque cuando siento que estoy perdida en medio del océano, 
eres la melodía que repito una y otra vez. 

Deja que el fuego prenda llama,
déjame quemar todos mis recuerdos. 
Ya no importa, porque tú curas mi miedo.

Deja que los años pasen, 
deja que el tiempo avance rápido. 
Ya no importa, porque tú paras el tiempo.


Esther