29.8.19

Azul

De pronto el reloj parece pararse y el azul de sus ojos me congela en ese amanecer. El horizonte de la suerte sale por la ventana y la noche se esconde bajo su piel.

De su mano he visto cómo el mar ahogaba de una forma bonita la arena.

Su pelo se enreda entre mis manos al igual que se ahoga mi boca en suspiros de miel. Sus manos aprietan las mías y mis brazos lo acogen sin temer.

De su mano he visto la parte de la luna que ella nos oculta.

El humo de su cigarro se disipa en el aire mientras me pierdo en él. En él, que me hace sentir de nuevo las risas que se perdieron en el carrusel.

De su mano mis demonios por fin se calman.

Sus labios me sonríen cuando estoy muy cerca y el nudo en mi garganta casi me hace desvanecer. Entiendo entonces lo falso que fue pensar que antes sabía querer.

De su mano, el dolor duele menos.

Nunca antes había escuchado al mundo así romperse, ni una mirada brillar tanto como aquella que tiene cuando aparta mi pelo y logra besarme la frente. Y otra vez.

De su mano el caos se vuelve quietud.

Y otra vez. Y otra vez. Bajo su sonrisa me protejo y puedo, por fin, dejarme caer. Porque al borde del precipicio aprendí lo que significa querer.


De su mano el mundo me parece una canica y juego con él.

Esther