13.6.14

Lust

Entraron a trompicones por la puerta de la habitación, con los labios jugando a encontrarse en la oscuridad y la ropa ya casi hecha jirones. Le sorprendió verse contra la pared y sentir su aliento en el cuello.  La luz del amanecer teñía de un rojo intenso el largo cabello donde ahora se perdían sus manos. Parecía fuego. No sabía si el calor que sentía era cosa de su pelo o es que verdaderamente le sobraba la ropa que aún llevaba puesta.

Como si le hubiese leído el pensamiento, la chica de fuego resolvió sus dudas en un abrir y cerrar de ojos. Por fin ese momento que tanto tiempo había estado esperando, sus ojos no podían creerlo. Allí estaban las dos, frente a frente y semidesnudas, admirando el cuerpo de la chica que tenían delante. Fuego y madera, los dos elementos necesarios para desencadenar un devastador incendio.

Se miró a sí misma. No sabía cuándo ni cómo había ocurrido, pero su pecho estaba lleno de carmín rojo con la forma de sus labios. Su respiración estaba tan agitada que parecía que se le iba a salir el corazón por la boca.

Con solo una mirada ambas supieron que era hora de tirar los tacones a los pies de la cama. Y en menos de lo que dura un suspiro la chica de fuego ya se encontraba encima de ella, inmovilizando sus muñecas contra el colchón. Un leve jadeo se escapó de su boca cuando notó la lengua que antes la había besado, recorriendo su pecho muy lentamente. Ésa fue la chispa que terminó por encender la cerilla. Podía hacer con ella lo que quisiera. Era suya, siempre había deseado que así fuera.

Las manos que antes la tenían inmóvil, habían sido sustituidas por cintas de terciopelo negro que ahora la ataban al enorme cabecero de la cama. La chica de fuego se desabrochaba el sujetador ante sus ojos, dejando que éste se deslizara suavemente por su blanca piel. Era demasiado cruel tener que ver eso y no poder tocar su cuerpo, el cuerpo más perfecto que jamás había visto. Podía sentirla cada vez que ella acariciaba su cuerpo con las manos, que cada vez se encontraban más abajo… hasta parar al borde de sus caderas. Sus besos en la tripa le erizaban la piel, las yemas de sus dedos se deslizaban por sus muslos, llevándose consigo la única prenda de ropa que la cubría.

Las manos volvieron con violencia a sujetar sus caderas. Los besos suaves ahora eran mordiscos que bajaban de la tripa a un punto medio entre sus manos. De nuevo la lengua quiso entrar en el juego, bajando a descubrir esa parte que hacía tan poco había quedado al descubierto. Cerró los ojos de placer, se mordió el labio tan fuerte que se hizo sangre. Sabía increíblemente dulce.

Abrió los ojos de repente. Estaba sola en la cama, sudando y no había rastro de ella por ninguna parte, ni siquiera sus labios seguían dibujados sobre su pecho. A su derecha en la mesilla, la luz del móvil le avisaba de que tenía un mensaje: 


“¡Feliz aniversario, cielo! 
Despierta o llegarás tarde. 
Te quiero. 

Ángel. 

PD: Siento haberte despertado.”


Con mucho pesar se levantó de la cama y se miró al espejo. Tenía la cara bañada en lágrimas y sangre en los labios.


Ewinor

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ante todo perdona que te moleste, pero por vicisitudes del destino o de un tramado de decisiones impulsadas por el azar y la ignorancia he acabado leyendo tu blog, por supuesto no del todo, huyendo de mis responsabilidades académicas. Razón que me lleva, como buen amante celoso de la literatura que soy, a comentarte, pero más que a comentarte a preguntarte, así, sin más, para satisfacer mi curiosidad. Montaigne afirma que escribimos para que nos encuentren, yo leo para encontrar y de mis lecturas se deriva una pregunta. Es cierto que quizás debería limitarme a criticar -positiva o negativamente- tus escritos -y seguramente lo haría con dureza, más tarde me explico-, pero no todavía. Supongo que porque debes de ser joven, a la misma vez que sientes una vejez secreta en tu interior que te empuja a hablar y sabe de la cercanía de la muerte.Verás, te comento en este relato porque, aparte de desgarrador, salvo algún que otro poema,me ha impactado.Me he preguntado si, hasta cierto punto la mujer de fuego no se estaría acostando consigo misma, y esa mujer otra, del mundo inconsciente, es ella misma. Lo que sin duda deja patente este sueño froidiano es el deseo insatisfecho de la mujer de cara a su pareja y su proyección en el mismo sexo. Pero, fatal que en una escena de sexo seas tan sutil, no es necesario ser vulgar, pero sí directa, cortante como el orgasmo, violenta, y eso no le resta delicadeza. Pero, como he dicho, no quiero, aún no, preguntarte sobre esto –y al hacerlo indirectamente he dejado de forma patente mi esencial incoherencia-.¿Por qué Erwin?Un nombre es una identidad, y es también un desdoblamiento, un subterfugio contra las debilidades.Por otro lado, ¿por qué escribes tanto sobre el tema del amor?Nadie sabe tanto del amor como para escribir sobre él –y sin embargo no dejamos de hacerlo, yo no dejo de escribir sobre él, pero me odio al hacerlo-,supongo que es una manera de buscar comprenderlo, pero también es una forma de limitarlo, de reducirlo, de simplificarlo. Lo que sí que es evidente y puede servir como justificación es que escribes con tu dolor, la herida siempre abierta, la muerte pasando de cerca. Creo que todo artista ha sabido pintar, escribir, esculpir o cantar su dolor, sin ponerle nombre. Pero, perdóname el desorden, este rectángulo es tan pequeño que no puedo hacer una lectura ordenada y conjunta de lo que escribo;no entiendo porque acabas adulterando ese dolor con una esperanza paternalista que simplifica el mundo.La complejidad es tal que el dolor no desaparece nunca y que la felicidad es un mito.No soy un cínico, o sí.Puede que sí.Y creo que somos cuerpos fragmentados en pedazos de dolor, vagabundeando por el mundo y donde no siempre aquello proclamado con el patético tono de autoayuda puede salvarnos.Y a veces, la intención mata al poema –como decía el gran poeta-.La literatura es responsable del mundo, de las metamorfosis del lenguaje y no entiendo, o quizás sí, porque tiendes a presentar una enseñanza.¿Por qué lo haces?Flaubert lo dejó claro, no se hace literatura con buenos sentimientos. El corazón calienta la cabeza, pero no escribe. Vaya, al final sí que he acabado siendo crítico, pero no quería, lo prometo. Quizás mi inconsciente ha optado por evitar las preguntas personales que hago a continuación: ¿Por qué escribes?¿Para qué escribes? Y no me des las respuestas tópicas que se dan siempre, me las sé todas. Quiero que la respuesta, si la obtengo sea verdaderamente tuya. Lamento escribirte esto tan largo por aquí, no he sabido como se hace para hacértelo de llegar de manera más discreta, esto deja de forma notablemente patente mi extravagancia, pero tampoco viviré lo suficiente como para que se recuerde. Si decides contestarme puedes hacerlo al correo amadeuslasserre@gmail.com ,yo también tuve un blog, pero creo que ha muerto, estas cosas deben de morir si no se leen o no se reescribe en ellas.Apenas recuerdo cómo se accedía a él. Bueno, me despido, espero que tengas un proyecto literario y que, verdaderamente, seas tu vocación y tomes en tus manos la responsabilidad que implica escribir.