31.5.16

Cordura, o no.

Hoy he vuelto a encontrarme frente al espejo, corroborando los esquemas del poco tiempo que me queda para estar en mis cabales. Mi voz suspira mientras el eco de una mirada perdida, que apenas encuentro, me observa. Puedo notarlo, estoy recobrando el sentido; eso me aterra. Escucho el llanto de mi propia risa, el gélido susurro de una lágrima surcando el rostro de mi reflejo. Apuro el último trago.


¿Qué demonios estoy bebiendo? ¿Veneno? Tal vez. Eso ayudaría. Qué idiota, ahora me pongo a recordar...



Aquellas noches de sol... ¿Qué digo? Aquellos días de lluvia en que todo se resumía en un concierto de gotas estrellándose contra la acera. Cuánto tiempo tenía entonces y cuántas ganas de desperdiciarlo. Todavía recuerdo el olor a pintura fresca del tiempo resbalando por las aspas de mi paraguas...



De nuevo esa sensación. ¿Acaso estoy empezando a razonar? Tiemblo sólo de pensarlo y, si me quedo solo en esto, escribo estas últimas líneas para demostrar que alguna vez yo también fui una de aquellas pocas, locas, que ven el mundo con otros ojos.

Me despido de mí hasta nuevo aviso. 



Atentamente... una impostora.

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