Sus pies corrían desnudos escapando de algo que todavía no sabía muy bien qué era.
¿Huía de sí misma? ¿De los demás? ¿De aquella sociedad quimérica que la había visto crecer? Quería alejarse de tanta persona de hormigón y de tanto edificio vacío, ¿o era al revés? Hasta las palabras le parecían artificiales. ¿Cómo distinguir lo real de lo ficticio en un planeta tan demente?
- "Todo es un decorado de cartones y pintura..." -le recordaba la música que sonaba en sus cascos-.
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Por fin podía caminar dejando tras de sí tanto dolor, abandonando la pesadez del ruido y sin dejar ninguna palabra atrás.
Podía sentarse en lo alto de una loma y escuchar el silencio de su propia respiración, sentirse tan pequeña como una gota de lluvia que acaricia la piel en un día de lluvia, pero a la vez inmensa, porque era la única persona de ese mundo enfermo capaz de poder sentir algo tan intenso.
Había pasado años rodeada de gente y se había sentido sola y, ahora, que verdaderamente estaba sola, sentía que finalmente formaba parte de algo.
Exquisita naturaleza.
Ewinor
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