Quedé sumido en el más absoluto
silencio. Me provocaría náuseas seguir sintiendo la sangre fluir por mis venas.
Pero existo. Hace ya unas semanas que desfallecí a causa de una inagotable
aflicción. No me sentí capaz de asir con las garras mi vanidad y continuar mi
camino. ¡Ni pensarlo!
Me apoyé sobre la pared del
rincón más lúgubre de mi habitación y no quise permitir que mi cuerpo
se desplomase, precipitándose contra el suelo. Arañé la pintura con las uñas
hasta que los dedos me sangraron.
¿Silencio? No existe. No existe
esa paz que tanto tiempo llevo buscando, que maltrata a mi ego y me convierte
en amante de la oscuridad. Escucho un cristal romperse. Las horas, los minutos,
los segundos… Se repiten sin fin dentro y fuera de mi cabeza. Hace ya mucho que le declaré la guerra al reloj; se reía de mí cada vez que lo miraba.
Renuncio a esa
angustia que me produce desafiar al deseo. ¡Sentir! Fui programado para
debilitar mis emociones y perdí la noción de mi geometría emocional.
Cierro los ojos.
Hace mucho tiempo que no he mirado el reloj.
Ewinor
No hay comentarios:
Publicar un comentario